Cuatro años de mi vida, lo que en computo global de la misma representa una pequeña parte, ha sido suficientes para crear una vida en Salamanca. Una vida con sus defectos y virtudes, pero en fin... mi vida. Y de un dia a otro se esfuma, se desmorona sólo dejando un montón de experiencia, de amigos, de vivencias. El fin no fue tan lacrimogeno como se esperaba, se produjo un desmoronamiento escalonado. Tras ver como se desvanecia lo que habia sido mi vida me preguntaba: ¿y ahora qué?, vuelvo al pueblo con mis amigos de siempre, a priori no era un mal plan, pero... (porque siempre tiene que haber un pero), no es lo mismo, es inevitable mirar atrás y recordar.
Tras un verano que no sera ni de lejos uno de los mejores veranos de mi vida me toca empezar a hacer una nueva vida, esta vez en Zaragoza. Me resulta dificil empezar de nuevo, porque las comparaciones son inevitables. Estas hacen más dificil la creación de una nueva vida, porque mis compañeros de clase, si los comparo con mis anteriores compañeros me aburren, no comparten nada o casi nada conmigo. Y así en casi todas las facetas de mi vida en Zaragoza. Complicada situación, porque se que tengo que rehacerme porque sino mi estancia en Zaragoza se convertira en un calvario largo y penoso.
A pesar de que todo el post huele a nostalgia y pesimismo, voy a intentar terminar con algo que alumbre este texto. Tardare lo que tarde en montar mi escenario en Zaragoza, y tardare lo que tarde, pero lo lograre.