He vuelto a sentir ese consquilleo, que en medio de la incertidumbre de los examenes me aleja un segundo de la presión que ejerce sobre el miedo al fracaso, y extrañamente no ha sido por una mujer, ni tampoco por otro ser humano. Ha sido por una máquina, un libro electrónico.
La primera vez que lo vi fue en una foto en la página web de la Usal, y entonces decidí ir a bsucarla para conocerlo más a fondo. Mi primera impresión no fue demasiado buena, ya que por fuera parecía un aparato inútil, pero cual fue mi sorpresa al encenderlo, dentro de él encontré los grandes de la literatura. La lista era interminable: Cervantes, Tolstoi, Galdos, Boudelaire, Ruben Darío...
Tras este gran descubrimiento he decidido que uno de esos libros electronicos debe ser mio, pero a largo plazo ya que gozar de su tacto entre mis manos cuesta alrededor de 300 euros, algo de lo que carezco en estos tiempos de crisis y que además paso de pedirselos a mi padre, el cual no comprendera mi amor y me mandara a cascala por los pueblos. Asi que de momento me veré con él a escondidas mientras la Universidad me lo preste esperando el momento en el que caiga en mis manos para poder disfrutar de él.
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